— buscando el hilo

Gambito de dama

Beth Harmon y Vasily BorgovBajar al sótano, sin ser vista, a una especie de inconsciente oscuro donde sacudir la tiza de los borradores de la pizarra biográfica. Beth parte casi de cero, cuenta con la tiza blanca con la que componer un tablero y las píldoras verdes, luego el alcohol, que la devuelven al útero, boca abajo, a la espera de “la apertura”.  No por casualidad el nombre de una apertura de ajedrez (The Queen’s Gambit) da nombre a la serie, de ahí que las figuras del ajedrez las visione como proyección en el techo. 

El encuentro con el bedel, es el inicio de un andar sin ser, reuniendo figuras masculinas capaces de componer una paterna, y que se escenifica con mayor claridad en el campeonato ruso donde, de cada contrincante, toma un arquetipo diferente hasta ganarse “la llave” de la mano del mismo rey Borgov. Todo cambia cuando después de la muerte del bedel, baja al sótano y, ante la presencia de recortes de periódico con sus partidas y triunfos, se reconoce vista. Decide entonces descender hasta el inconsciente paterno (Rusia) en busca de ese código de apertura que esconde el deseo del padre hasta entonces desaparecido. Pérdida que en forma de accidente desencadena el inicio del relato. Antes del jaque, recupera a la dama, la madre, resolviendo una tarea que ocupa gran parte de esta serie que arranca con una madre suicida. Cuando en la secuencia final la reina blanca, vestida de dama de ajedrez (The Queen’s Gambit) sale del coche, enlazando con la ilesa salida del accidente provocado del inicio, la sigue un plano de cámara en mano, celebrando en el círculo de reconocimiento de ajedrecistas de calle, esa constelación de arquetipos que le permitió nacer del frío.