— buscando el hilo

The Rider

Brady galopando Objetivo de caballo

En el trance del parto, el niño puede escurrirse y caer al suelo abriéndose la cabeza. La caída del caballo de Brady señala un lugar, situado en el desierto y las praderas de Dakota, donde el sujeto no acaba de encontrarse y el horizonte reúne suelo y cielo difuminando el límite entre ambos. Así se nos presentan los personajes del film, a mitades, incompletos, divididos, incluso rotos, hasta descubrir que subidos al caballo, a los medios hombres, el horizonte los sitúa en la parte del cielo, otorgándoles un aire de divinidad. Y alcanzando en el cabalgar de la mirada, tras las orejas del animal, una subjetividad, que el cine lleva ensayando décadas y que, en este caso, constituye un sujeto que ha pactado con el caballo un intercambio, acercando este a la humanidad como quizás ninguna bestia había alcanzado antes. Hermosa negociación la descrita en las secuencias de doma, como si ese privilegio del hombre, que es el lenguaje, poseyera una cualidad trascendente que toca al animal en ese plano de realidad diferente, articulando una convivencia singular.

Sensibilidad de oriente y cultura del oeste (occidente) se encuentran en este film de la mano de su directora nacida en China, reuniendo la doble lateralidad del cerebro como otro horizonte de límites difuminados, pero que la mirada del caballo nos recuerda permanentemente, pues cuando el plano necesita acercarse, difícilmente lo puede hacer frontalmente, teniendo que elegir entre uno de los ojos, izquierdo o derecho, empatando con la cámara de cine en su necesaria objetividad. Un solo ojo para ayudarnos a entender que la identidad, cada vez menos, necesita una vinculación al territorio, liberandonos de la maldición de Babel, para trascender la nación en comunidades definidas por el encuentro de mitades necesitadas de completarse a través del lenguaje, como si la masculina metáfora de la torre diera paso a la femenina globalidad, para sentarnos en una mesa redonda, un ruedo que cenitalmente tanto evoca un objetivo o el ojo de un équido.