Mr. Turner
Esa polaridad que nos hace o que necesitamos representar para entender algo de lo que es complejo y en movimiento continuo, propone en este film un singular caso. Cuando el Señor Turner llega a casa después de un viaje, la criada acude al mercado para agasajarlo con una cabeza de cerdo. Un padre cariñoso lo recibe también y le recomienda un afeitado (luego sabremos que el padre era barbero), pero antes de su afeitado vemos afeitar la cabeza de cerdo. Leigh no duda en igualar a pintor y cerdo en el arranque del film y de hecho el Sr Turner se pasará toda la peli gruñendo, más cuanto más avanza el film y él envejece acercándose a la muerte. Cerdo y artista, hombre y dios, cielo y mar representan esta singular polaridad, el genio parece necesitar su extremo opuesto para poder habitar la tierra.
Pronto sabremos también que la madre estaba loca y muere internada en un manicomio. Curiosamente las “Marinas”, habitualmente enfurecidas por una tormenta o una batalla naval, son leit motiv en la obra de Turner.
La secuencia central del film sucede en una galería en Londres con los cuadros cubriendo todas las paredes, incluso el techo, los artistas dan los últimos toques a sus cuadros ya colgados para su exposición, Turner se presenta y ante la sorpresa de los otros pintores en un gesto teatral da una pincelada roja sobre su espectacular marina de barcos en un mar violento, los asistentes se escandalizan por ver destrozada lo que consideraban una obra maestra. Al rato Turner vuelve y remata su “performance” convirtiendo ese brochazo rojo en una boya. Una boya es una señal, Turner se señala en medio de ese mar-madre enloquecido, equivale a una firma cuyo contenido es el de algo que se mantiene a flote y que curiosamente, en su abstracción, podría ser una cabeza de cerdo que asoma como la de una criatura a medio parir. Esa sala de exposiciones cubierta de imágenes es útero en el que los pintores intentan representarse, imaginarse soñados por eso femenino que han intentado excitar, convocando el trueno que abra ese canal entre cielo y mar que posibilite concepción.
Hacia el final del film una hermosa secuencia nos muestra a Turner y algunos colegas asistiendo al remolque de un gran Barco que culmina un historial heroico camino del desguace para convertirlo en sillas, mesas, etc. El segundo marido del que enviuda la ahora mujer de Turner era carpintero en barcos y cuenta al pintor su vergüenza por haber trabajado en barcos esclavistas. Es difícil no asociar un barco al cuerpo femenino, especialmente a su preñez, si giramos la galería de los pintores nos encontraríamos con algo muy similar al interior de un casco de barco, parecido al que viajaban enfermos y moribundos los hombres negros con los que se traficaba en la época. Iguala aquí Leigh también a esas criaturas y los pintores en esa necesidad de identificarse entre lo indiferenciado, de nombrarse y ser nombrado, reconocido.
Los reyes (figuras paternas por excelencia) en su visita a una galería desprecian la obra de Turner, mientras él escucha a escondidas como un niño escondido bajo las faldas de una mesa camilla. Sin embargo cuando un hombre rico le ofrece comprar toda su obra en un gesto de profundo reconocimiento, el pintor se niega, pues dice que ya la ha cedido para facilitar al público verla reunida y gratis. Esa obra reunida de cualquier artista es la construcción de una sola imagen, de un cuerpo, un edificio, un templo, un barco quizás, una constelación, que compone, o mejor recompone simbólicamente aquello que posibilita el ser más allá de la polaridad, pues trasciende la pareja para habitar en lo colectivo, lo plural, lo complejo (aquello que en un primer momento llamamos inconsciente colectivo), ampliando su cauce en ese movimiento de crecida y decrecida que posibilita un terreno más fértil.
Mr. Turner ya moribundo asiste en las orillas de Támesis a la aparición de una Joven ahogada, intenta dibujarla en su cuaderno de apuntes, como para “animarla”. Sus últimas palabras al morir serán “Dios es el sol”. El padre del pintor durante sus últimos años le preparaba los lienzos y los colores, el último que le vemos preparar en el film es el ocre, el del sol que tiñe e inunda una parte importante de los cuadros del hijo.