La hija de Ryan
Charles es un hombre sin fisura, sensible, pero cerrado, que vive en esa casa frontera de la playa entre el mar y la tierra. La casa y él componen una figura materna, una especie de San José.
El título de la peli nombra por ausencia al padre de Ryan, tabernero alcohólico y cobarde, también fronterizo con lo masculino: alcoholismo y mar forman parte de un mismo arquetipo.
Lo que nombra lo masculino en esta peli es la cojera representada en esa trinidad de cojos: el militar, el tonto del pueblo y el cura (que no muestra una cojera tan pronunciada como los otros dos, pero si unos andares raros). Esa cojera es la que marca sobre la arena de la playa, promete escritura y acompasa un ritmo que tiene que ver con las explosiones y el corazón. Un naufragio, un barco roto cargado de armas y explosivos acaban de hacer la imagen de ese cuerpo femenino que desea abrirse a lo masculino provocando explosión que convoca preñez.
Extraordinaria procesión final que atraviesa la calle central del pueblo cuan cicatriz para llegar a la cruz (donde esperan el autobús); la componen: Charles a modo de San José, una virgen anunciada, promesa representada en la conciencia sin encarnar que simboliza el burro, y la criatura por venir: Michael; finalmente el guía, ángel o espíritu santo: Padre Hugh Collins. La cruz es el punto de partida, cruz como comienzo de la escritura iniciada por esa cojera sobre la arena. Cojera a ritmo de máquina, cuerpos máquinas cuan muñecos animados, el Mayor Randolph en busca de conciencia y corazón.