— buscando el hilo

Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!

Guillaume y su madre

El vínculo materno que la naturaleza ha querido representar en el cordón umbilical, y que en algunos partos se convierte en soga de horca, es quizás una imagen insuficiente para las necesidades simbólicas de las relaciones familiares en el mundo contemporáneo. Guillaume, un director-personaje muy actual, se ve en la necesidad de construir una imagen que supere la metáfora del cordón umbilical. Lo que habitualmente el cine construye como un super subjetivo de algo que no ha sido encarnado, pero se sitúa en búsqueda, lo presenta Guillaume con un personaje-criatura que no encuentra diferencia entre su imagen y la de su madre, y que resuelve fractalizando el espejo, para de esa fractura hilvanar algo que autorice una imagen propia, diferente. Para ello levantará todas las cartas de una baraja sexual excesivamente codificada que reclama del padre la responsabilidad de la creatividad, y que culmina en la secuencia del domador-profesor de equitación, en el que, de ese cuerpo femenino, normalmente materno que representa el caballo, despegará en vuelo la criatura, guiada por la palabra de figura paterna.