El porvenir
Ese andar ligero, rápido, apurado en ocasiones, es de algún modo con lo que Mía hilvana todo el film. Hay también una equivalencia entre el andar y el leer de Nathalie, ambos sustentándola de igual modo. Se diría que hay tanto hueso en la lectura como en las piernas de este personaje que establece los vínculos a través de libros y otras publicaciones escritas como periódicos. Hay un intercambio constante de libros entre los personajes, como si estos fueran los portadores de los afectos, de pequeños presentes, tesoros, llegando a insinuar una sexualidad secreta. Cuando la madre es trasladada a la residencia no se lleva sus libros, sabemos entonces ya que va a morir.
Las estanterías de libros que cubren las paredes de la casa de Nathalie y Heinz parecen ser los muros de carga, los pilares de ese luminoso apartamento que tiene su contrapunto en las plantas que lo rematan en jardín. En medio, entre los libros y las plantas de raíz un elegante bouquet de flores suele presidir la mesa, como queriendo la escritura alcanzar a las flores. Por eso el momento más dramático del film llega cuando unas secuencias después de conocer la separación de Heinz y Nathalie, esta entra en la casa y encuentra las estanterías semivacías, pues Heinz se ha llevado los libros que habían acordado le pertenecían. Esa biblioteca se había hecho entre los dos, representaba algo tan inseparable como lo que hay de padre y madre en un hijo. Para Mía esta imagen supone algo así como la grafía de un cuerpo fragmentado, un ser fragmentado. Quizás parte del trabajo de esta directora tenga que ver con ocupar esos huecos, motor y fábrica de esta película basada en su madre, también profesora de filosofía y separada de su padre.
Atender primero a la madre, acercamiento que formalizará en los abrazos de Nathalie a Pandora, la gata de la «abuela», como asegurando el vínculo con la rama materna; y a uno de los burritos del establo, prometiendo cuerpo al ser “porvenir”. Gesto también de reconocimiento al querer nombrar a uno de ellos, tarea que anuncia al padre y esa parte de la biblioteca que falta y habrá que reponer.