— buscando el hilo

Mamma Roma

EttoreMamma Roma

Hay cierta equivalencia entre los travelling sobre el cuerpo de Ettore en escorzo del final, encerrado y atado, y los que acompañan a Mamma Roma caminando en las dos noches de prostitución. El punto de partida del escorzo sobre el rostro de Ettore, sitúa la cámara en una posición similar al que justifica el subjetivo de la mirada de la madre (ella un poco más abajo). Existencia (la de Ettore) sostenida apenas por el deseo insatisfacible de una madre, cuyo amor devorador, convoca la presencia de algo que la detenga (como en su sueño, en el que el hijo encarna un policía), y que la fantasía de Pasolini representa como crucifixión, la XY del masculino ausente. La Mamma aborta la posibilidad de otra mirada femenina (la inocente Bruna) que habilite la posibilidad de Ser de Ettore más allá de una umbilicalidad que lo estrangule.

En los dos planos secuencia que acompañan a Mamma Roma en su salidas nocturnas, entran y salen diferentes personajes, como misterios del rosario, o paradas de viacrucis, en una especie de rogatorio, donde ella reclama la presencia del algún antepasado digno de justificar su presencia en el mundo. Camino entonces, que traza el tronco de un árbol genealógico cuyas ramas han sido podadas, y que imagina en los brazos de la cruz una posible reposición, alguna yema, quizás un brote. No es por casualidad que dos años después Pasolini realice El Evangelio según San Mateo donde ese rosario y lazo umbilical adopta la forma de corona de espinas, y la cruz, como representación de la palabra, el código secreto de la encarnación.