
Esa polaridad que nos hace o que necesitamos representar para entender algo de lo que es complejo y en movimiento continuo, propone en este film un singular caso. Cuando el Señor Turner llega a casa después de un viaje, la criada acude al mercado para agasajarlo con una cabeza de cerdo. Un padre cariñoso lo recibe también y le recomienda un afeitado (luego sabremos que el padre era barbero), pero antes de su afeitado vemos afeitar la cabeza de cerdo. Leigh no duda en igualar a pintor y cerdo en el arranque del film
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