— buscando el hilo

La edad de oro. Israel Galván

 

Pudiendo ser pájaro, elige la tierra. Supongo que sin tierra no hay cante, ni criaturas. Él las compone todas, adopta sus formas, desde las del agua hasta las del aire o el cielo, y las engendra en ese baile sin espejo, pues él es él y ella, el niño y el viejo… Taconea sobre la rama del árbol, cuan pájaro y de ahí toma la raíz, sin peso, libre.

Cante, guitarra, percusión, la del tacón también. Todo lo trae sobre sí, todo lo que vibra. Y todo lo hace vibrar, como ese agua de la Alhambra que ValdelOmar hace que baile. Lo femenino excitado o lo masculino deseando forma.

Ese brazo que se sale del hombro para coger la cintura del otro lado. Transición entre uno y otro, entre pájaro y toro, entre chico y chica, entre heterónimos. Heterónimos que solo viven unos segundos, minutos a lo sumo, sin llegar a alcanzar nombre, sólo lo que el cante intuye, que es voz de la madre aquí. Y la madre no nombra, acuna. Oído feliz que pudiendo ser pez o pájaro eligió la tierra, el mecido en brazos, la ¨cuna¨.