— buscando el hilo

Los niños Hubert y Thérèse Blanchard

Los niños blanchard_Balthus_1937

Niños abstraídos de sí, adoptando una posición algo articulada, asemejándose a la mesa y silla con la que parecen competir por la vida animada. Una roca al borde de la estancia cuestiona el adentro y el afuera de la escena, que inicialmente habíamos situado en un interior. Por eso el cuadro plantea una geometría sin centro, compuesta como una especie de mecano, donde la infancia se sostiene ignorante de su consciencia, pero que en su ser articulado, y en los marcados volúmenes que la luz revela cuerpo, anuncia un desperezamiento, un nacimiento lento y despreocupado, que el movimiento y el gesto, traducirá en conciencia, pero aún anhelando la naturaleza estable de la roca, y la firme arquitectura de mesa y silla. Escena de gran contención compositiva, donde el trazo, también ajustándose a la figura, está a punto de rebosar, como veremos en cuadros más tardíos, produciéndose una vibración similar a la del que va a iniciar una tarea importante o conocer a alguien nuevo; la del que se encuentra en la línea de salida antes del disparo. Una leve sensación de movimiento, apenas un hormigueo, un instante antes del deseo.

Hay algo de primitivo, de iglesia románica en esta puesta en escena, un cierto placer inmóvil, quieto, como regresando al momento antes de la separación de los padres de Balthasar Kłossowski a los 9 años, el momento antes de la ausencia del padre, el instante antes de la pintura.

Desde un punto de vista más personal no puedo dejar de verme representado en esta escena de infancia, donde mi hermana leía sin parar mientras yo fantaseaba improductivamente. Ella generosamente me relataba sus lecturas que llenaban junto con el cine las dilatadas ausencias de nuestro padre marino. Esta escena se sitúa el día antes de la llegada de mi padre, o quizás el día después de su marcha, detenidos como cariátides que sustentan el templo paterno.