— buscando el hilo

Violette

Martin Provost

Violette es encarnación cruda, pura realidad desposeída de cualquier atisbo de delirio o locura que le permita acceder al ser. Es verbo en el desierto, cristo mujer no necesitado de cruz, pues no hay diferencia entre cuerpo y escritura en ella (“Me mutilan” dice cuando le censuran el libro). Habita en la palabra, como una arquitectura posible ante una casa de padre ausente (su libro más reconocido lo titula “La bastarda”). Es lo femenino sin fantasía, sin vestimenta, desnudo, tan aterrador como extraordinario, tan prometedor como doloroso.

El cuerpo mutilado que Violette aborta, inicia la posibilidad de un nombrarse fragmentado, capaz de rastrear una arqueología de lo paterno que la preñe del ser. “Es barroco. Un sexo de hombre en la mano de una mujer. Pero es la raíz del mundo”, escribe.

La cronología del film es guiada por la publicación de novelas autobiográficas, que parten de experiencias recientes de su presente fílmico, y avanzan en la dirección de su nacimiento, a un origen codificado como ilegítimo, bastardo. Estigma sobre el que se hermana con Jean Genet y Jacques Guérin y busca en Simone de Beauvoir un referente, una posibilidad de reconocimiento ante el abismo de ausencias que la constituyen. La Beauvoir reúne en sí masculino y femenino, padre y madre*, con lo que atiende esta necesidad de reponer algo de lo que falta, mientras compone una figura, que parece imbuida por la emergencia de extraer un masculino posible de una fuente que la reciente guerra mundial secó.

“No ha habido mejor salvación mediante la literatura” dice la Beauvoir de Violette, aunque también cabría pensar que ese auxilio sea extensible a ella, pues Violette encarna una dimensión de lo real inimaginable para Beauvoir.

 

* La película no muestra ninguno de sus amantes o parejas, aunque si se nombren.