Dulces horas
La primera secuencia presenta a Antonio Saura (hermano de Carlos) planificando la edición de un libro con Juan, protagonista del film. La cámara gira hasta colocarse en semisubjetivo de Juan frente Antonio. Saura frente a Saura. Posteriormente la hermana de Juan le entrega las cartas que conserva entre su padre y su madre. Juan las ordena, casi como si fuera a encuadernarlas, como si ese fuera el libro.
Nunca nadie ha llevado tan lejos la metáfora del altarcillo o de la cómoda de fotos, Saura elabora lo que para la mayoría sería una fantasía, anima a los personajes y retratos de esa cómoda y se sitúa en el centro. El juego planteado en la primera secuencia en la que el mismo subjetivo muda de personaje, es solo el inicio de la construcción de una verdadera constelación familiar.
Hay un mismo acontecimiento que se presenta en dos secuencias diferentes, pero invertido el punto de vista. La secuencia se inicia como flashback en un contexto en el que Juan está con su hermana preñada y en que las hijas de esta juegan a estar embarazadas. Si vemos la secuencia en que Juan niño le trae de la farmacia un paquetito con medicina, y no atendemos a lo que se dice y las insinuaciones de suicidio, la puesta en escena sugiere la provocación de un aborto. Este momento sitúa a Juan fuera del ser, poniéndolo en búsqueda y convocando este sofisticado juego de representación.
“Hay imágenes que a pesar de… siempre permanecen”. Estas imágenes sugiere Saura pueden ser heredadas, o por lo menos están más allá del período biográfico, son imágenes que tenemos y a partir de las cuales convocamos la propia encarnación, un sitio en el árbol. Esa imagen de la madre abortándote (mira al niño mientras lo hace) como venganza al abandono sufrido por el marido, obliga a Juan a regresar al momento de la concepción, a reponer la ausencia del padre y alentar la capacidad seductora de la madre. “¡Qué placer cuando me acarició el pecho en el cine!”. Necesita reunir la pareja.
“¡Esa luz!, que alguien apague esa luz.”
Sin embargo cuando comienza el bombardeo Juanito enciende una luz, para señalarse, (ventanas también marcadas con una X) para que el disparo acierte en la diana, para que se produzca la explosión de la concepción. El hachazo del padre que accidentalmente hiere en la cabeza a Juanito (acontecimiento biográfico del propio Saura) revive el momento del parto donde real o simbólicamente es el padre el que recoge la cabeza de la criatura al ser dado a luz. Esa marca en la frente es letra, signo que antecede al nombre, pero que inicia la escritura, el comienzo de la biografía.