— buscando el hilo

Stranger Things

Cosas extrañas suceden cuando el niño transita hacia el hombre, abismo en el que la fantasía intermedia como poderoso escudo ante el terror del abandono, la ausencia, la pérdida o el maltrato. Superpoder que el niño adolescente sabe debe abandonar para acceder al adulto, o conservar sólo en la medida en la que la infancia permanezca agazapada en este ser mayor. Stranger things ahonda en esta facultad del preadolescente realimentada por un detallado imaginario ochentero y desplegando una asombrosa capacidad para actualizar la representación de arquetipos que fascinaría hasta al mismo Jung.

En la primera temporada los mellizos Duffer crean una especie de montaje paralelo en rima, provocando encuentros y metonimias visuales articuladas en base a un rico catálogo de recursos, como son los falsos raccords y cuyo cometido principal es visibilizar, del negativo fantástico, su positivo real, del que nace el auténtico terror. La similitud entre el Demogorgon del juego de rol, el hombre alto de pelo blanco y las primeras presentaciones del monstruo capaz de arrastrarte al mundo del revés, son evidentes, pero las rimas se extienden por toda la serie hasta momentos tan dramáticos como la señalada similitud entre el desentubado de la enferma hija del Jefe de policía y su equivalente en “el revés” con Will.

Parece que el verdadero detonador del relato es la aparición de la sexualidad en los 5 protagonistas adolescentes, hasta el momento embebidos en sus juegos de rol y las clases de su profesor de ciencias. Las imágenes y seres que en el mundo paralelo despliegan símiles aterradores del sexo, en algunos casos casi pornográficos, ante el pavor de esta presencia, resultan especialmente llamativos.

Pero lo más asombroso de esta serie, es quizás, esa cualidad de los mellizos Duffer que parecen poseer un imaginario compartido previo a lo biográfico, que definiría como amniótico y cuya equivalencia en “el revés” sería esa mente en colmena del monstruo. Superpoder capaz de revelarnos esa evidencia del ser colectivo que en los Duffer manifiesta su naturaleza doble y cuya contrapartida reside en la dificultad para sentirse nombrado como ser único al igual que un adolescente que necesita ser identificado en un universo que aún le resulta extraño.