— buscando el hilo

Dawson crece

Dawson y Joey en la ventana

Ese espacio que está libre de la representación aunque completamente envuelto en ella, esa habitación de la infancia, imagen primordial en el imaginario de cualquiera, prisión feliz, pues permanece permanentemente abierta al vínculo.

El mayor regalo de esta serie quizás sea, que ese espacio mítico para cualquier adulto no es aquí de uno, sino de un vínculo, son dos, y esa ventana abierta, que no es la de la pantalla, pero si su metonimia, es la que le otorga ese superpoder a ambos protagonistas que es el de crecer, el de transformarse, hacerse mayor. Curiosamente el interior de esa habitación es lugar de reposo, de pausa, regresivo, ante el vértigo y la velocidad del crecimiento.

La primera secuencia de la serie ya declara el eje sobre el que progresará: Joey le dice a Dawson que esa noche ya no se quedará a dormir con él, pues ya tienen 15 años y quizás no sea adecuado. Toda la primera temporada plantea a sus protagonistas las preguntas y dudas sobre cómo denominar la relación y cuáles son sus límites, y finaliza con un beso que alejándose es una proyección, una sombra en la pantalla-piel de la ventana de la habitación. Sin embargo, sospecho que en las temporadas restantes ambos defenderán por encima de todo ese territorio común donde volver y encontrarse. Un lugar desposeído de la representación, de lo secreto, dónde accediendo al otro se clarifica la imagen sobre uno mismo, quizás con la promesa de en esa idea de ser mayor, algún día poder entregar el ego a la sombra y de la proyección ser solo la luz.

Habitación piel pantalla