Volver
Paula: “Mamá me dijiste que te habías desembarazado de él”.
Raimunda: “Pues no he podido hija mía, o ¿te crees que me gusta tenerlo ahí dentro?”.
Quizás sea este el lugar donde Almodóvar se sitúa, el lugar donde volver. El desembarazo o tan solo el deseo de reversión de ese estado. Almodóvar construye un relato donde cualquier atisbo de lo masculino resulta imposible, inconcebible sería la palabra, cargando negativamente cualquier imaginario al respecto. Almodóvar fantasea con una figura femenina fértil (recrea en Penélope Cruz el modelo de Anna Magnani) y a la vez armada de atributos masculinos, el cuchillo, la acción… creando una especie de Sansón femenino donde gran parte de la fuerza o superpoder reside en su pelo (elaborado dramáticamente en el moño de Penélope), aunque por momentos sugiera también una extraña corona de espinas (no olvidar el cuello ensangrentado). Pedro necesita ese desembarazo simbólico como un andar hacia atrás hasta retornar a la voz de la madre, por esto el centro dramático del film es ese cante, única energía concebible capaz de engendrar una imagen donde reconocerse. Algo similar al aliento de una figura femenina divinizada, pero donde curiosamente su mayor poder es su capacidad para habitar lo terreno. Quizás por ello utilice el flamenco para representar ese momento, por su capacidad de conectar raíz y vuelo.
Almodóvar construye un laberinto cuyo centro oculto es la figura paterna. La comida del equipo de rodaje se convierte en un extraño acto purificador donde simbólica, pero casi literalmente se comen a Paco. El cuerpo de este se haya en el frigorífico, lugar donde la cocinera debe proveerse. Ya en “¿Qué he hecho yo para merecer esto?” se insinuaba un ritual parecido tomando a Hitchcock como referencia. Finalmente con el arcón frigorífico como ataúd (mantener enfriado el cuerpo masculino) Paco es enterrado en un lugar fértil, al lado de un río y un árbol sobre cuyo tronco Raimunda esculpe las iniciales y años vividos del muerto, señalando cierto reconocimiento, cierta posibilidad, en la zona más masculina del árbol.
Volver también de aquellos que retornan como fantasmas, sombras proyectadas al arder abrazados en el lecho, de las que Pedro, como de la foto de una cómoda hace vivir su cine, aquello previo al embarazo.