To the Wonder
“Escribo sobre el agua lo que no me atrevo a decir” dice Marina.
De esto se trata, de un ejercicio de caligrafía sobre el agua, sobre las emociones. Dos letras destacan en este ejercicio la T y la X. El padre de Terrence trabajaba en una compañía petrolífera de Texas donde vivió un periodo de tiempo en su infancia. Neil, protagonista de esta peli, hace análisis de tierras por si hay filtraciones tóxicas de los pozos de petróleo cercanos que afecten a la población.
La tierra, los interiores de casas semivacías, los caballos, todo el film está plagado de imágenes que responden a lo mismo, un cuerpo femenino que desea ser abierto, penetrado, que procura la fertilidad (Marina lo reclama expresamente): To the Wonder.
La X la componen los 4 personajes cruzados que protagonizan el film: Neil frente al padre Quintana y Marina frente a Jane, morena y rubia, luna negra y blanca*.
Hay algo que impide la fertilidad de Marina: un DIU en forma de T de Terrence, que se ha vuelto dañino, “tóxico” y hay que extraer. Terrence aquí se descubre nombrado en lo tóxico, en lo que impide la fertilidad, en el sémen negro de su padre, en el búfalo o Toro con cabeza en forma de T.
Hacia la maravilla (en traducción literal del título) es hacia el ser. La maravilla es “ser”. Jane le dice a Neil : “Ahora creo que no has existido, lo que teníamos no era nada, lo has convertido en nada”. El personaje de Neil es completado en el Padre Quintana. Los dos andan un poco como sonámbulos, “almas en pena”. Una feligresa del Padre le dice “le voy a regalar alegría”. Entre Marina y Jane intentan excitar lo masculino dormido.
Malas Tierras (Bad Lands) es como titula Terrence su primera película-piel: paisajes plagados de pozos petrolíferos como cuerpo intoxicado. Terrence intenta redimir a su padre de las tinieblas con estos films oratorio (El Árbol de la vida y To the Wonther), con esa cámara musical que alterna un supersubjetivo con subjetivos y semisubjetivos reales de los personajes, con esa X alquímica que componen los cuatro en espejo, capaz de crear la posibilidad de hacerse, con ese supersubjetivo como el del que mira a través de una cerradura no muy alejada de una t, cerradura que accede al dormitorio de los padres, al secreto oculto de la creación.
Quizás a Terrence le cueste aceptar la escritura sobre la tierra, sobre la piel, la reconoce como algo dañino, tóxico, como ese tatuaje de calavera en el pecho del hombre con el que se acuesta Marina en su desesperación, en su locura (prefiere escribir sobre el agua). Necesita que esa mujer enloquezca para poder aceptar el semen negro con el que él es concebido. Esa T es también una cruz de un cristo crucificado, una figura de padre que no puede abrazar (no olvidemos al padre Quintana abrazando y recibiendo abrazos continuos de sus feligreses y amigos, redimiendo quizás esa figura). Extraña imagen la de T cruz en cuerpo de mujer que resume este film.
* En Sevilla la Macarena sale a la calle de noche con la cara blanca vuelve a su templo de día con la cara tiznada por el humo de los cirios que la alumbran todo su recorrido “hacia la maravilla”.