— buscando el hilo

Pasión

Un relato sin historia. Porque en esa estructura circular en espiral que asciende parece que lo lineal, lo biográfico, supone un límite.

Esa línea blanca que sobre el cielo azul dibuja un avión y que inicia el film, es de algún modo escritura blanca que aspira al vuelo.

El trabajo como mística.

La fábrica y el plató, siempre en paralelo. La tierra y el cielo. Isabelle y Hanna.

Busca en la fábrica los figurantes con los que componer el cuadro, los “tableau vivant”. Encuentra aquí Godard una metáfora de buena parte de su trabajo: “iluminar” al que trabaja. De la sexualidad de la máquina de la fábrica a la máquina que eleva (esas grúas y dollys que incesantemente trazan espirales) en busca del amor: “el trabajo que me pides se parece demasiado al amor” dice Hanna Schygulla en el film.

En el Louvre, seguramente aún niño o adolescente, Godard ha debido de ser feliz, intuyendo en su emoción algo parecido al secreto de la creación, como espectador de esas figuras planas que anhelan el movimiento, el pálpito, el cuerpo. El personaje Director busca incesantemente la luz y la sangre (en un momento se comenta que se va a Hollywood -¿otro Louvre para Godard?-), como queriendo abrir el techo de ese plató para que entre el sol, al modo de los primeros estudios de Hollywood para el cine mudo. Y es que de algún modo Pasión es una película muda donde se habla mucho, pero en la que las palabras no salen de los cuerpos que las dicen. Están siempre reflejadas. Algo así como la conversación ante un cuadro.