Nuestra hermana pequeña
Cuando muere el padre, el hijo sigue elaborando una imagen real de esta figura que ahora falta. El cine se revela como la gran herramienta de esta construcción simbólica, que no se agota en el padre (aunque suele ser el motor y desencadenante), sino que tiene su continuidad en la figura materna para finalmente reunirlas en la pareja que te hace. Podemos rastrear esta trayectoria en la filmografía de cualquier autor consolidado.
La filmografía de Koreeda no es una excepción, aunque sí asombra el grado de consciencia con el que se realiza esta elaboración. Pero lo que es realmente extraordinario son los recursos de los que provee a unos personajes huérfanos para la fábrica de este simbólico. Como si anticipara un mundo de figuras maternas y paternas débiles o ausentes, Koreeda eleva esta máxima (seguramente aprehendida en el cine) de la fábrica más o menos consciente de la figura paterna por parte del hijo, como fórmula liberadora. El padre humo que sale por la chimenea del crematorio de fondo mientras las cuatro hermanas hablan, anuncia este proceso. Koreeda concede a sus protagonistas la condición del peso que los sitúa en el mundo, en la tierra, lo hace con la muñeca de aire (Air doll) y lo hace con las cuatro protagonistas de este filme, pero al mismo tiempo estos personajes permanecen ligeros, descargados, provistos de naturalidad.
La llegada de la hermana pequeña a ese espacio de protección que es la casa heredada de la abuela, y que conserva en una despensa bajo el suelo el tesoro de la fertilidad ligada a ese licor de ciruelas tan ovular y al ciruelo, árbol literalmente familiar, reactiva algo que parecía estar detenido. Y es que Suzu trae consigo al padre-humo como el presente que cualquier japonés acompaña en una visita. Chispa, que como una corriente eléctrica circulará por la escala de edades y roles de las otras hermanas, facilitando a la mayor el también necesario acercamiento a la madre ausente, y reponiendo así las piezas para configurar ese armazón simbólico que permita a las 4 mujeres abandonar el espacio de protección e incorporarse al mundo de lo masculino como a través de ese túnel de cerezos en flor: libres, sin daño, reconocidas.