— buscando el hilo

Malas tierras

«Para evitar los controles, atravesamos las grandes llanuras. Kit me dijo que disfrutara del paisaje y eso hice. A través del desierto y las dunas, y kilómetros de campo abierto avanzamos rápidamente junto a los postes telefónicos hacia las montañas de Montana. Kit atropellaba vacas para ahorrar municiones, y las cocinábamos. Una vez tuvimos que comer un manojo de hierba salada. Sabía a col. Como combustible usábamos la fuga de las válvulas de los oleoductos. En esa parte del país se le llama «gasolina de goteo». Nos íbamos acercando a la frontera. Kit se alegró de dejar DaKota del Sur y maldijo su nombre. Dijo que si los comunistas soltaban la bomba atómica ojalá lo hicieran en medio de Rapid City.»

Estas grandes llanuras (malas tierras) son la tierra donde trabajaba el padre de Terrence. Malick nació en Ottawa, Illinois. Su padre era de origen libanés, y trabajaba en una compañía petrolífera de Texas, por lo que creció en Oklahoma y Texas.

Si consideramos la tierra como símbolo de lo femenino, acentuado por las vacas (atropelladas), también imagen de madre (al igual que el coche), que además les alimentaba, tenemos una primera idea del contenido de este relato. Y esa gasolina de goteo que es el combustible que les permite avanzar hacia las montañas, la frontera…  (el cuerpo encarnado) es para Malick el legado secreto del padre (energía oro negro).

«Mi madre murió de neumonía cuando yo era una niña. Mi padre guardó la tarta nupcial congelada durante diez años. Después del funeral se la dio al jardinero. Fingió estar feliz, pero no le consoló la pequeña desconocida que había en casa. Un día, a la espera de una vida alejada de sus recuerdos, nos trasladamos de Texas a Fort Dupree, Dakota del Sur.»

Frío, útero frío, tierra infértil y un padre enloquecido, incapaz. ¿Dónde encuentro a quien introduzca algo de calor en mi casa? El perro.
Kit es recogedor de basura al comienzo de la peli y se nos presenta mirando a un perro muerto.

Cuando oímos el relato sobre la madre, Holly está acariciando un perro y cuando el padre descubre que sale con Kit y le ha mentido, mata a ese perro de un disparo, que es como decir nada de calor para mi hija. En ese momento, Kit al que el padre ha despreciado y ni siquiera le ha reconocido un nombre: «no eres nadie» -le dice- se convierte en perro, en hijo de perra, en hijo de nadie. Y la bala que ha recibido como perro, es decir, todo el legado que esta figura paterna es capaz de cederle, es su único recurso de partida para iniciar ese camino alquímico entre la basura y el petróleo (la misma composición) pegándole un tiro al padre. Animal, Kit; y ánima, conciencia, Holly (que juega con «holy» -santo, espíritu, espíritu santo-). La voz de Holly guía todo el relato y parece conocer todos los pensamientos y motivaciones de Kit. Aunque habla ella, sus palabras parecen provenir a veces de un narrador omnisciente, que sabe más.

Lo sorprendente de esta peli no es su recorrido, su proyecto; común a tantas obras y films, sino la claridad de sus enunciados. El poco espacio que transcurre entre el relato de la neumonía de la madre y el fuego hermosísimo de la casa, donde arde también la casa (de muñecas) dentro de la casa, arde la cama, el piano y los muebles, es ejemplo del nivel de consciente intención con que se construye el relato. Un poco de calor al fin. Antes de plantarle fuego a la casa, salvan algunos objetos, como un pequeño tesoro, sólo algunos esquejes de las raíces del árbol familiar. Y así es de exacto, enseguida los vemos viviendo en un árbol decorado con alguno de estos objetos:

«Nos escondimos junto a un río, en una alameda. Nos construimos una casa en los árboles con muros de tamarisco y suelo de sauces. No había ninguna planta que no nos viniera bien.»

Los objetos, así como la naturaleza, los animales, las piedras, hablan continuamente en esta peli, como si el origen oriental (Libanés) de Terrence estuviera impregnando su visión panteísta del mundo. Y de hecho aquí introduce una referencia clarísima a la guerra de Vietnam (él entrena como un militar y ella acarrea leña y se pinta como una vietnamita) sobre la que aprovecho para reflexionar si en esa guerra no participó de forma activa la naturaleza, como un organismo o contendiente más. Literalmente los vietnamitas salían de debajo de la tierra, los árboles se convertían en guerrilleros y de alguna manera esta visión del mundo triunfó sobre la del petróleo, la del napalm. Quizás la imagen de figura de perro a la que disparas y se vuelve contra ti y tu conciencia sea también una metáfora de lo que estaba pasando aquellos años en América.

Ese hablar del universo, esa tensión entre cielo y tierra, esa carretera sin carretera hacia la frontera y las montañas, ese proceso alquímico que transforma la basura en energía y que excita lo femenino hasta hacerlo fértil, lo resume Terrence en la emocionante secuencia en que, una vez abandonado por Holly (¿ya había concluido su tarea?), es perseguido por la policía; y después de unos alardes de conducción (dominar el potro), se deja coger en el deseo de ser detenido, parado por figura paterna. Mientras espera la llegada de la policía, construye en el suelo una misteriosa pirámide de piedras, símbolo de unión de tierra y cielo.

De hecho, después de detenido es llevado en avión con Holly, entre las nubes, que tienen una presencia viva en todo el filme.