Historia de una pasión
Terence Davies encuentra en esta familia una especie de crómlech humano, descrito en esa secuencia circular que empieza y acaba en Emily y donde la familia constituye una unidad, una arquitectura perfecta, un sostén ante la presencia de una voz tan poderosa que un solo individuo no soportaría. De ahí que la muerte de dos de los pilares de esta familia tronche casi literalmente a la poeta.
Emily Dickinson se sitúa en el Umbral de la puerta de la casa de sus padres, que será la suya de por vida, en la límite entre el afuera y el adentro, como una membrana hipersensible que cualquier leve brisa hará sonar, como cuerda vocal, himen o clítoris, y es que a pesar de su elaborada escritura, la poesía de Dickinson parece estar dotada de una dimensión que la trasciende, quizás como la poesía de San Juan de la Cruz o Santa Teresa. Y de hecho Emily toma una especie de hábito cuando decide vestir de blanco, trasluciéndose.
Terence Davis elabora la segunda parte del film a partir de las muertes de los padres que finalmente desembocan en la de la poeta. Tránsito de experiencia extremadamente dolorosa, seguramente queriendo sugerir un dramático parto de sí misma, capaz de arrojarla más allá del umbral que había custodiado toda su vida y liberando así toda la oscuridad polarizada que había sostenido su iluminadora voz.