— buscando el hilo

En el cuarto de Vanda

Vanda y las verduras

Cuarto de una joven donde literalmente se derrumba todo a su alrededor. Sin embargo la protección materna mantiene y convierte la casa en una fortaleza en la que la fruta y verduras actúan como muro de contención ante un espacio (el barrio) y una generación que se deshace.

Costa se hermana a Vanda y como hará luego en Juventud en marcha o Onde jaz o teu sorriso ocupará una esquinita de la habitación para evitar ser solo mirada, ocuparla físicamente también, pues solo la mirada no permite amar a los personajes y Costa sabe cual es el sitio y cuales los tiempos, como un buen torero, aún a riesgo de sufrir una cornada. Y también como el torero, entregándose, casi deseando ser cogido, pues ser cogido es de alguna manera ser señalado, nombrado, que es algo de lo que ocurrirá en Onde jaz o teu sorriso por ese “matrimonio perfecto” en palabras del propio Costa.

Esa X en las casas que van a ser derribadas identifica de algún modo ese mismo lugar, el equivalente exterior de ese cuarto, el ojo sostenedor ante esos personajes frágiles, casi desencarnados, por los que parece estar a punto de asomar el hueso, pura estructura; casas esqueleto, en la que apoyar la mirada, cuerpos trípode para sostener un sentir incontenible. Quizás la madeja que Zita (el personaje más frágil) se afana en hacer ovillo nos de una pista de la verdadera dirección del film, situando lo que se deshace en el inicio, pues lo insostenible que cae es fruto maduro (ovillo) que en tierra es semilla.

Vanda será el centro de una constelación que identifica a un barrio, casi una cultura, formada mayoritariamente por caboverdianos que han desembarcado en Lisboa y que de algún modo han traído la isla al barrio. Constelación también en la idea de algo que está en el cielo y de que es el conjunto el que constituye una imagen, eso que está antes del cuerpo, y que lo promete.

Muro con X y excavadoraVanda y Zita ovillando