El caballero oscuro
Juego de espejos, constelación de arquetipos masculinos, espejo negro.
El protagonista o centro de este episodio de Batman, Harvey Dent, es un hombre de una sola cara o mejor una cara sin cruz, sin fondo. El legado de su padre, aparte de una «cara» bonita es una moneda trucada, sin cruz, con la que juega a dejar al azar las decisiones importantes. El padre le deja un truco, una mentira, una trampa. Hombre sin identidad entonces, sin hacer, sin fondo. Y empieza el juego de espejos, se mira en el espejo negro de batman, una sombra, como la de Peter Pan.
Y la chica, aman a la misma: La sonrisa de la madre, una vez más como en Peter Pan. Elección no fortuita la de la actriz Maggie Gyllenhaal en la búsqueda de ese enigmático parecido con el Joker (no olvidar la secuencia en que se enfrentan los dos y el forcejea manoseando y modificando su cara -seguimos con el espejo-). Sonrisa* dibujada con cuchillo, cosida y pintarrajeada, sexo femenino, herida abierta, que se refleja en el dulce rostro maternal de Rachel.
Figura la del Joker que tiene su origen en El Loco del Tarot y que según Jodorowsky describe:»Representa la energía original sin límites, la libertad total, la locura, el desorden, el caos, o también el impulso creador fundamental”.
Todo relato de encarnación o identidad parece exigir ese cuerpo abierto, roto, para que la criatura sin sombra, sin cruz, sin fondo, encuentre camino de concepción, nombre, identidad, sombra.
* La sonrisa de la madre la identifico con lo femenino entregado, sonriente, abierto.