— buscando el hilo

El oido feliz de Godard

Mujer en contraluz en Masculino, feminino

En otro momento pensaba de la necesidad de Godard de no parar de hablar, de decir (Historias del cine) ante el terror del silencio del padre. Hablar por él.

Viendo Masculino Femenino (1966) y Dos o tres cosas que yo sé de ella (1967) descubro algo que seguramente está en todos sus filmes. Y es ese oído siempre estimulado, siempre vivo, hasta en sus breves silencios, que admite todos los matices, sonidos de fondo, toda la densidad sonora de lo que está permanente vivo y cambiante, respetando todas las imperfecciones y amándolas. Sonidos en permanente cruce con voces. La felicidad del oído de Mozart, ese útero feliz, según Alfred Tomatis.  En la imagen todo está lleno de Luna, reflejo, proyección (todas esas figuras femeninas en contraluz, -una madre siempre se le ve en contraluz, donde nace la aureola de un icono ruso-) Femenino. Sin embargo el sonido siempre actúa en libertad hasta que el silencio del padre irrumpe Masculino. Y es cuando él tiene la necesidad de tomar la palabra que mantenga viva esa imagen en contraluz.