Desayuno en Plutón
Me pregunto si en una familia rural católica Irlandesa como es la de Neil Jordan, un niño puede intuir como posibilidad la sexualidad entre sus padres. Patrick en Desayuno en Plutón es fruto de un amor imposible de ser, hijo de un cura católico y una mujer. Imposible de “Ser” es la realidad de Patrick que desconoce a sus verdaderos padres, especialmente a su madre, cuya búsqueda hila gran parte del film. Y donde la mayoría de los personajes no parece ejercer el más mínimo control sobre su vida. La estrella de ese firmamento es Patrick «Gatita» Braden (Cillian Murphy). Desde que abandona su casa, completamente abierto a su destino, y con la esperanza de encontrar a la “dama fantasma” -que es como le gusta denominar a su desconocida madre biológica- se suceden encuentros con una serie de personajes como si de una tirada de tarot se tratara: el Loco, el Mago, el Enamorado, el Ermitaño, el Colgado, etc, por nombrar los más obvios. Y en esos encuentros el personaje va incorporando arquetipos, modelos, experiencias, como promesas de encarnar al que sólo es criatura, al que se le ha negado la posibilidad de pareja que lo haga. Necesita autonombrarse (Gatita), travestirse para en ese vestir reunir ambas figuras. “Buscaba a la madre y encontré al padre” dice en un momento dado, y del abrazo con éste, nace la posibilidad de, ahora sí, “ser”.
Tras el abrazo, arde la iglesia.
Si la peli se inicia con unos petirrojos cantores y charlatanes revoloteando por la torre del campanario, y el bebé abandonado en la puerta de la sacristía, donde enseguida aparecen los pies del cura (Padre, Hijo y Espíritu Santo), se cierra con la iglesia calcinada después del fuego, con ese sagrario abrasado y gris del que extrae el cáliz “secreto” con la hostia-cuerpo del hijo. Inmediatamente después, la amiga de Patrick se pone de parto. «Mi madre tiene un bollo en la chimenea… En el horno» dice el Patrick hermanastro por la madre biológica. Es éste el mismo fuego que hace arder la iglesia.
Se completa el círculo paseando en el cochecito a ese bebé desconocido en el principio, nuevo, reconocido ahora.