— buscando el hilo

Boyhood (Momentos de una vida)

Pareja en el Big Bend

Hay algo de cine primitivo en esta peli, de Lumiere, Linklater quisiera haber dejado la cámara registrando e irse, retirarse para luego recuperar el material y que el ojo goce del cuerpo desperezándose, haciéndose adulto. Pero finalmente siente que debe estar presente, como el protagonista de Dulces horas de Carlos Saura, viéndose a sí mismo niño en el parque del Retiro, o Bergman en Fresas Salvajes. Otra aparente elección es dejar que la historia se cuente linealmente, de un niño chico a un chico adulto. Sin embargo cuando la familia abandona la primera casa, nuestro protagonista borra las señales en la pared donde se ha ido anotando las diferentes alturas que revelan el crecimiento hasta esa fecha. Ese pintar encima anuncia la verdadera dirección del film y enuncia la gran pregunta de Mason acerca del padre repetida insistentemente, descubriendo a Linklater en su andar hacia atrás, que se parece tanto a ese andar detrás de la cámara. Lo emocionante del film es que mientras Mason se hace mayor Linklater se hace niño hasta desaparecer de atrás, irse al final, como parecía desear al principio, porque la fantasía no es ver ni recordar cómo ha sido tu infancia o a crecido tu hijo, eso ya lo tienes. Lo emocionante es regresar hasta más allá de donde estás, hasta tu padre niño, todavía haciéndose; imaginando sus andares de adolescente, sus cortes de pelo, sus primeros encuentros. Hasta ese momento, tan bien descrito por el título de una serie de tv “Cómo conocí a vuestra madre”, y que Linklater sitúa en un territorio mítico, cuyo nombre: “Parque nacional Big Bend” significa algo así como Gran Curva, que tan bien define el film, a la vez que recuerda el Big Bang como origen de todo, concepción. Por si fuera poco, en ese momento final, les otorga a sus protagonistas un estado de conciencia alterado, pues quizás, en esa otra dimensión, pueda Linklater acceder al momento en el que quedó atrapado por el tiempo, para irremediablemente ser.