— buscando el hilo

La Anunciación

La Anunciación de Fra Angelico©Museo Nacional del Prado

Lo más emocionante revelado por esta hermosa pintura es comprobar cómo uno se hace en la contemplación de la imagen del otro, transformándose hasta concebirse del rostro de la madre, hasta igualarse especularmente. La similitud entre ángel y María tensiona felizmente la escena como si la voz fuese visible, si es que hubiera algo que decir más allá de verse en el otro. Intuimos las alas recogidas como manto de la Virgen, pero se insinúan a la vez abiertas en ese paño dorado a su espalda. Alas también las del libro abierto, palabra abierta, código o adn, puerta de entrada. La estancia de la virgen al fondo está vacía y llega “el ángel” para habitarla. 

En paralela escena otro ángel acompaña a Adán y Eva, aparentemente avergonzados, en lo que conocemos como la expulsión del paraíso. Pero Fra Angélico al sincronizar ambas escenas, más bien parece sacarlos de su condición vegetal anterior, ante la aparición de la carnalidad de la palabra. Las alas doradas del ángel de la anunciación transitan entre las dos escenas y dibujan un arco imaginario que se inicia en los frutos caídos a los pies de los amantes y continua hasta las alas plegadas de la virgen, completando una bóveda de plenitud, una preñez.

La sofisticación, bordados dorados y pliegues del traje del ángel nos permiten certificar su divinidad, especialmente ante la desnudez de Adán y Eva al abandonar el mundo vegetal, de ahí quizás la importancia de la búsqueda humana en la vestimenta más allá de su funcionalidad, encontrando una forma de decir que evoca esta piel angelical, argumentando el ser su capacidad creativa.

La arquitectura sostiene un cielo diferente al de la escena vegetal, más al alcance de lo humano.

Un rayo de sol hiere la escena en diagonal como espada, como pluma, gesto del padre, signo primero, letra que antecede al nombrar, señal con la que iniciar la biografía.

El artista se identifica aquí con el Ángel (Fra Angelico) en su tarea de mediación entre lo simbólico y lo real, entre cielo y tierra, trascendiendo el modelo de representación vigente, para intuir la tarea del inconsciente como pintura capaz de tejer con el hilo de la humanidad la voz del universo.