— buscando el hilo

Desbordamiento de Val del Omar


Arriba: Aguaespejo Granadino (1955).

Exposición Centro de Arte Reina Sofía. 5 de octubre – 28 de febrero de 2011.

Val del Omar es un anfibio. Gran parte de su trabajo consiste en buscar la manera de llegar a la forma a partir del agua (Aguaespejo). El otro gran objetivo en el que insiste, es el de animar estatuas, esculturas. Pero al llegar a Acariño se encuentra con que cuando el barro se seca, pierde el agua y se ve de frente ante la muerte. De hecho, como no puede animar las esculturas de Baltar, que además son sueño (agua), las habita de anfibios. Como él, necesitan entrar y salir del agua a menudo. Y es que hay algo en Val del Omar que parece hacerle confundir las aguas y el cuerpo encarnado, lo que pertenece al inconsciente colectivo, y lo que le es propio.

En los inicios, las Misiones Pedagógicas enfrentan lo primitivo, con sistemas de representación complejos (cine, pintura, teatro), en lugares donde lo simbólico estaría más cerca de la superstición que de otra cosa. La “imagen” podría ser la de los que llevan agua a los pueblos y aldeas, lo transcendente o transpersonal a la naturaleza más elemental.

En las Misiones, se ve claramente como VdO se siente cómodo en el colectivo, en el grupo de espectadores mirando absortos a la pantalla. Y quizás es ahí donde quiere tocar con el Desbordamiento (otra vez agua en busca de la forma) y lo que quiere integrar con la diafonía. Cosa que por otro lado, nunca acaba de resolver, haciendo así de toda su obra algo inacabado, puramente experimental. ¿Por qué nunca llega a recoger las impresiones y reacciones del público durante la proyección de sus películas e integrarlas, haciendo parte de la obra, como comenta en sus escritos? En las Misiones, pienso, va también en busca de la tierra, de lo primitivo, del cuerpo. Quizás esta promesa de integración del público, le hubiera permitido dejar de ser espejo, para ser uno.