La reina del desierto
La clave es el dibujar o establecer las líneas fronterizas de países en el desierto como restituyendo el himen de la virginidad. Esas fronteras son el rastro, la huella de los caminos de los viajes de Gertrud Bell. En realidad estas líneas establecen vínculos a través de la tensión sexual de esa figura femenina en medio del desierto de hombres, vínculos como los de una rima. La poesía como oasis, lo femenino vibrando en medio de un enorme desierto en puro éxtasis ante la emoción del lenguaje.
Al principio de la película se habla de fronteras flexibles, según los movimientos de las tribus, de las personas. Precioso concepto que en verdad explica el mundo actual donde las fronteras, a pesar de los muros ya no son más que el puro límite para entenderse y en ese encontrarse poder amar, diluyendo así el mito de la identidad, ya que esta nace en el otro y no al contrario. El chaleco explosivo es una dramática metáfora de la antigua idea de frontera, en un desesperado intento por llegar al otro ante la impotencia del individuo atrapado en sí mismo. Lo masculino enterrado, ocultado lo femenino, el desierto sin oasis. Solo espejismos, narcisistas fronteras que impiden la visión del otro.