El hilo invisible
La ausencia temprana del padre, parece otorgar al hijo un don de sustitución, un hilo suelto con el que continuar el relato de la propia biografía, ante las palabras que se han quedado por decir. La emergencia inmediata que atender, ante esta ausencia, puede consistir en andamiar la otra figura, la de la madre. Y literalmente aquí, es con el hilo, con esos vestidos que replican una y otra vez el primero, el de boda diseñado para la madre que Reynolds cose con tan solo 16 años, con el que arma ese molde-codificado (vestidos provistos de secretos entre sus forros y entretelas) que le permita restituir un cuerpo materno posible. En esta tarea es cómplice su hermana, que habita el mismo tiempo detenido por la ausencia y que del padre ha tomado la gestión del dinero, con el que mantienen el negocio y la casa donde se tallan los vestidos. Por eso, cuando Reynolds encuentra a Alma sirviendo alimento (lo que proporciona la madre), y las medidas coinciden, la emoción ante el código revelado, sitúan al modisto ante el precipicio de ser encarnado, como Scottie Ferguson en Vértigo al transformar a Judy en Madeleine. Alma al encajar en el vestido adquiere una especie de superpoder similar al del Hada Madrina (figura imaginaria, con la que el niño, sustituye la ausencia de la madre, para guiarle en la configuración de un relato fantástico, capaz de sostenerle, y nacido ante el terror de lo real, que la muerte o la ausencia, violentamente desvela, y que habilita aquello que deviene del padre denominado creatividad). Blancanieves y La Cenicienta* son arquetipos que Paul Thomas Anderson se ve en la necesidad de actualizar.
En una de las secuencias finales una metonimia visual iguala los trazos con los que Reynolds dibuja una falda y las estrías de la seta venenosa que Alma conscientemente cocina, reuniendo así lo del padre y la madre, para que la fiebre deshiele con sudores fríos* a la criatura que permanecía agazapada a la espera de ese encuentro amoroso entre la palabra y el número, entre la escritura del hilo y la talla.
*El primer vestido que presenta tiene una extraña similitud con el de Blancanieves de Disney. El espejo de Blancanieves y las hadas costureras de La Cenicienta están también presentes en el imaginario de la película.
*Curiosamente la película Vértigo con las que encuentro algunas similitudes está basada en una novela titulada Sueurs froides: d’entre les morts (Sudores fríos: de entre los muertos).