Exit Through the Gift Shop
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Sei ter o pasmo essencial
Que tem uma ciança se, ao nascer,
Reparasse que nascera deveras…
Sinto-me nascido a cada momento
Para a eterna novidade do Mundo…Alberto Caeiro
El que solo tiene nombre, y que no tiene casa (aunque sea simbólicamente). Un nombre autopuesto, pues no hay quien le nombre. Parte de la calle donde coloca sus pequeñas piezas, como cuando cuelgas cuadros en una casa, haciéndola más habitable, personalizándola también, haciéndola propia, única. Esta es la sensación que producen esa emocionante introducción con artistas de calle. Podría decirse que son seres con marca (en una amplia extensión de la palabra), pero sin nombre. Su escritura es el graffiti en sus diferentes modalidades. Su arte está en la pura libertad, fuera de la ley, es decir fuera del padre, que es el que nombra, pero convocándolo en esa, su pura escritura.
Banksy en este falso documental crea un personaje maravilloso y que sin duda representa una especie de heterónimo de él, un ser inocente y libre, una especie de Alberto Caeiro (heterónimo de Pessoa). Este ser inocente, esta criatura sin hacer, al principio solo sabe mirar a través de una cámara de vídeo, lo graba todo en la sola emoción de registrar (el primer encuentro de los Lumière) que es lo más cerca que puede estar de ser. En un momento del filme se nombra a sí mismo como una sombra (uno de los artistas que graba se dedica a pintar las sombras de los objetos, la huella). Hasta que cumple su deseo de llegar a “el que no puede ser visto”: al propio Banksy. Éste permite ser grabado trabajando, pero sin rostro. Una sombra de una sombra. Una referencia clara a Darth Vader, el icono del padre malo de nuestra generación. A partir de aquí hay dos momentos claves en esta ficción:
- La primera exposición en un espacio cerrado de Banksy, una nave deshabitada donde, entre otras cosas, construye una especie de saloncito o sala de “estar” en el que introduce un elefante real decorado, grafiteado, igual que el papel pintado de las paredes. Una clara representación de casa, de cuerpo materno, doblemente señalado con la introducción del elefante. No olvidar que Thierry justifica el uso continuo de la cámara de vídeo a partir de la muerte de la madre, cuando él tenía solo 11 años. Pintar el cuerpo del elefante como las paredes del salón es literalmente envolver el cuerpo, es útero, es placenta.
- El giro que hace la camara pasando de ser el propio Banksy el objeto de la mirada, a ser él el que mira, a “ser él” el que graba. Para ello previamente Banksy le dirá a Thierry: “deja la camara, ve y haz arte”, a modo de “Lázaro, levántate y anda” o “Id y difundid mi palabra (mi obra)”.
Y este francés inocente así lo hace, llevando el encargo o mandato hasta el punto de replicar el acto de ocupar un gran espacio deshabitado con obra. La cámara aquí se revuelve, la mirada se hace crítica, casi cínica, amarga.
Cuando al principio del film vemos a todos esos artistas con sus pequeñas piezas y personajes habitando la calle, convocando miradas furtivas para ser, y de repente llegamos a las obras más brillantes y espectaculares de Banksy, más críticas, más sociales, hay una sensación de pérdida; mejora el espectáculo, pero perdemos emoción, el discurso se hace más retórico. Si hay una debilidad en este preciosa fábula contemporánea está en esa necesidad de llevar lo que sería un juego especular a una manifestación espectacular, o por lo menos en la no conciencia de que esto es así. Aunque quizás en ese ser mirado, nombrado, encarnado, sea imprescindible la pérdida de cierta inocencia y libertad.
El dinero que se introduce temáticamente cuando Banksy expone en sala y antes en los billetes con la imagen de Diana (acción que no llega a realizar por miedo a la cárcel) y que culmina con el show de Mr. Brainwash, es para Banksy “la fuerza del lado oscuro”, pero a la vez es el arquetipo (Darth Vader) convocado durante toda la película. Banksy solo intuye que esa representación de la energía paterna contra la que se revela será también parte de aquello que lo acabe nombrando, más allá de la marca. De hecho la secuencia final del show de Mr. Brainwash: una sala enorme llena de cosas, que se revela llena de dinero. ¿Un espacio femenino lleno de energía masculina?