— buscando el hilo

El hijo

Francis en el almacén de maderaEl amor de Olivier por su hijo no cesa ante la ausencia de este, promueve un ansia de sujeto donde depositarlo. Al quitarle Francis la vida al hijo (de Olivier), lo detiene como en una fotografía, reteniendo lo subjetivo como un robo que a la vez lo hermana a este. Cuando Olivier encuentra a Francis descubre que el subjetivo robado del que él era objeto-padre ha sobrevivido en “el fotógrafo” activando un ciclo incesante de reconocimiento mutuo, un verse, que el cine de los Dardenne formula como un abismo de la conciencia y que habilita una posibilidad para el hombre, una falla en la realidad, la ficción audiovisual como moneda con la que negociar el ser.

“El hijo” es una fórmula posible ante la presencia-existencia del padre, pero Olivier ve la paternidad como un ejercicio trascendente, la paternidad está en él y necesita realizarse. Peregrina por la realidad en busca de “el hijo” que esta le arrebató provocando una quiebra, una herida que pensamos irreparable. Conduciendo, acompañado de Francis, se pasa el cruce donde debía desviarse camino del almacén de madera, tiene que retroceder un tramo de carretera, y lo hace marcha atrás. Este desandar es clave, llave del modelo de paternidad que los Dardenne ofrecen a occidente como medio de redención para aquello que parece quebrado, un modelo de convivencia que se nos quedó viejo; entendiendo que lo simbólico se funda en el ejercicio de una realidad que se construye en el otro y que la función de lo paterno crea un halo de divinidad en el hombre que nace en el lenguaje y en la posibilidad de otorgar a ese otro la posición de “El hijo”. Una revelación para occidente que necesita recuperar en ese pequeño tramo de camino marcha atrás, su capacidad de simbolizar, de rimar. Los hermanos Dardenne lo hacen.

Olivier y Francis cargando tablero al hombroCada uno carga al hombro uno de los dos tableros que componen una cruz, la que señala el cruce, el hito de la encarnación.