— buscando el hilo

La Cena

La Cena de Salzillo

Ante La Cena de Salzillo, mi acompañante observa que todos los apóstoles del lado de Pedro parecen el mismo. Pienso si es esa una de las claves de esta iconografía constelar, un arco de caracteres entre Jesús y Judas. 

El Beso de SalzilloEn otra escultura (“ El beso”) Salzillo representa las dos figuras como salidas de un solo tronco, de una misma pieza, en un conmovedor abrazo, en un beso que junta ambas mejillas como una sola, desvelando en ese encuentro polar, que es en el espejo de Judas de donde Jesús toma la humanidad. Beso también como anunciación, como la del arcángel a María. Por eso en La cena de Salzillo Judas es el que completa a Jesús, el más otro, una especie de negativo pelirrojo, lo otro de una misma imagen, de un mismo personaje, el eje sobre el que se compone el conjunto del grupo. No en vano el instante inmortalizado es el inmediatamente posterior al del comentario de Jesús: “Os aseguro que uno de vosotros me delatará”, reclamando a Judas la manifestación de su diferencia, de su oposición, rompiendo ese círculo de iguales, esa constelación de seres que aspiran a la humanidad. 

Caso aparte es el del joven Juan que dormita sobre el regazo de Jesús soñando quizás la escena, o soñándose a sí mismo como criatura anunciada por el ángel que busca en otro rostro la imagen sobre la que proyectarse, concebirse.

Estas imágenes salen en Semana Santa a la calle, reclamando eso tan oriental del ánima, un cine corpóreo, pues son figuras que toman movimiento, pero liberadas del punto de vista y del cuadro como imposición del autor. El espectador y el actor se confunden en esta celebración de la primavera, de lo que nace y encarna, actuando el ser en una especie de cuerpo colectivo cuyo centro es también un tronco cuyo milagro fue tornar en imágen y que ahora vive afuera.

Fotografias del Museo Salzillo de Murcia